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GESTIÓN DEL CAPITAL HUMANO

Hasta mediados del siglo XX, el trabajo se entendía como una actividad dominada por el esfuerzo físico, repetitivo y mecánico, bajo la creencia de que la productividad organizacional solo se lograba mediante un control estricto del tiempo y las tareas. El mensaje predominante en los ambientes laborales era: «Con manos firmes y días arduos se forja el futuro».

El origen de la problemática respecto a la duración de la jornada laboral se remonta a la Gran Bretaña del siglo XVIII, en plena Revolución Industrial. La industrialización impuso condiciones de trabajo extremadamente duras para los trabajadores, como jornadas laborales excesivas y la falta de regulaciones que protegieran su salud y bienestar. La reducción de la jornada laboral se convirtió en una de las principales demandas del emergente movimiento obrero.
Evolución del concepto de productividad laboral
El siglo XX marcó un cambio de paradigma en la concepción del trabajo. La tradicional idea de que “a mayor esfuerzo, mayor productividad” comenzó a ser cuestionada, dando paso a una mirada más integral y humana sobre el papel de las personas en las organizaciones. Cuatro factores principales impulsaron esta revisión profunda del modelo laboral existente:
1. El impacto del movimiento obrero, que, activo en todos los países industrializados, luchaba por la mejora legal de las condiciones laborales y la dignificación del trabajo.
2. La progresiva humanización del trabajo, que promovió un creciente interés por el bienestar físico, mental y emocional de los trabajadores, más allá de su mera productividad.
3. La constatación de que un entorno laboral saludable mejora el rendimiento, pues las organizaciones comenzaron a reconocer que establecer metas claras y alcanzables favorecía la motivación, el compromiso y la eficiencia de los empleados.
4. La búsqueda de nuevas formas de incrementar la productividad y el rendimiento empresarial, entendiendo que la explotación laboral no era sostenible ni ética, y que el desarrollo humano podía ser una poderosa palanca de crecimiento.
El 1º de mayo de 1886, miles de trabajadores en Chicago, hartos de jornadas que oscilaban entre 12 y 16 horas, iniciaron una huelga masiva para exigir la reducción de la jornada a ocho horas diarias. Bajo el lema:
«Ocho horas para el trabajo, ocho horas para el descanso y ocho horas para lo que queramos»,
Los manifestantes reclamaban un derecho básico: disponer de tiempo para descansar y vivir dignamente.
Sin embargo, la respuesta fue brutal. La represión policial convirtió una protesta pacífica en un estallido de violencia. Más de 300,000 manifestantes fueron atacados, miles detenidos y varios líderes obreros fueron ejecutados. A pesar de la dureza de la represión, la lucha de aquellos trabajadores dejó una huella imborrable en la historia.
El Día Internacional del Trabajo, celebrado cada 1º de mayo, tiene sus raíces en esta gesta obrera. Lejos de ser una simple conmemoración, este día simboliza la lucha por los derechos laborales, la justicia social y la dignificación del trabajo.
A lo largo del siglo XX, este movimiento impulsó importantes conquistas laborales, como el establecimiento del salario mínimo, la seguridad social, las vacaciones pagadas y la regulación de condiciones de trabajo más humanas y equitativas. A nivel internacional, dos hitos fueron decisivos para consolidar la jornada de ocho horas como estándar global en la industria: el Tratado de Versalles de 1919, que incluyó disposiciones laborales fundamentales, y la creación de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), encargada de promover normas laborales justas y proteger los derechos de los trabajadores en todo el mundo.
Hacia el Trabajo Inteligente
El nuevo paradigma del trabajo inteligente comenzó a implementarse de manera gradual en las empresas a partir de la segunda mitad del siglo XX, aunque alcanzó mayor fuerza y legitimidad en el siglo XXI con el auge de la economía del conocimiento, el desarrollo tecnológico y los profundos cambios sociales.
El concepto de trabajo inteligente —también conocido como smart working— ha sido respaldado y difundido por diversos autores, investigadores y consultores, entre los que destacan:
Peter Drucker
Considerado el padre del management moderno, Drucker sentó las bases del concepto de los trabajadores inteligentes: personas que priorizan el logro de resultados, independientemente de las circunstancias y del tiempo invertido en las tareas. Su principal aportación fue diferenciar dos conceptos a menudo confundidos:
- Eficacia: lograr los objetivos propuestos.
- Eficiencia: alcanzarlos de forma rápida, con el menor uso de recursos y sin desperdicios.
Tony Schwartz
Propuso un cambio de paradigma al promover la gestión de la energía en lugar de la mera gestión del tiempo. Según Schwartz, trabajar de forma inteligente implica respetar los ciclos de energía, incorporar pausas estratégicas y mantener un enfoque consciente para maximizar el rendimiento.
Daniel Goleman
A través de sus investigaciones sobre inteligencia emocional, Goleman destacó que el autoconocimiento, la autorregulación y la empatía son habilidades esenciales para un trabajo más eficiente, humano y sostenible.
Peter Senge
Con su teoría de las organizaciones que aprenden, Senge afirmó que las empresas y sus miembros deben mantener un proceso de aprendizaje continuo para adaptarse y mejorar, condición indispensable para trabajar de manera inteligente en entornos cambiante
La pandemia de COVID-19 fue un punto de inflexión que aceleró la necesidad de repensar profundamente la organización del trabajo. La experiencia del trabajo remoto demostró que la presencialidad no siempre es indispensable para mantener la productividad, lo que impulsó la digitalización del trabajo en empresas de todos los tamaños.
La era del trabajo inteligente dejó de ser una moda o una opción, para consolidarse como un modelo sostenible que garantiza la productividad, el progreso organizacional y el bienestar de las personas.
Características del trabajo inteligente
El trabajo inteligente es un modelo de gestión basado en cuatro pilares fundamentales:
1. Uso intensivo de la tecnología: Se aprovechan las herramientas digitales y la conectividad remota para facilitar el trabajo colaborativo y permitir operaciones desde cualquier lugar..
2. Enfoque en resultados y productividad: La prioridad es el logro de objetivos, no la cantidad de horas trabajadas. Se reconoce que el esfuerzo y el tiempo invertido no siempre se traducen en mayor productividad.
3. Flexibilidad de tiempo, lugar y forma de trabajo: Se otorga autonomía a los colaboradores para decidir dónde, cuándo y cómo trabajar, priorizando la entrega de resultados por encima de la presencia física.
4. Equilibrio entre eficiencia organizacional y bienestar personal: Se busca una armonía entre el rendimiento empresarial y la calidad de vida de los trabajadores, entendiendo que el bienestar es un factor clave de productividad.
Del viejo paradigma de “Jornada larga, obra firme”, hemos evolucionado hacia un nuevo enfoque:
“El éxito en el trabajo no se mide por el tiempo que pasas, sino por el valor que entregas.”
Este nuevo paradigma sostiene que la productividad no es consecuencia de trabajar más horas, sino del desarrollo de una mentalidad enfocada, un esfuerzo constante y una organización eficiente. Trabajar de forma inteligente implica repensar hábitos, procesos y estructuras, orientándose a la generación de valor de manera sostenible.
Las empresas que adoptan el trabajo inteligente transforman sus espacios físicos hacia entornos más funcionales, implementan herramientas de colaboración en línea y establecen políticas de trabajo flexibles, adaptándose a las nuevas formas de trabajar y potenciando el talento de sus equipos.
La Jornada Laboral de 40 horas: Un Modelo Global
En Estados Unidos, la histórica Ley de Normas Laborales Justas (Fair Labor Standards Act, FLSA) fue firmada por el presidente Franklin D. Roosevelt el 25 de junio de 1938, marcando un antes y un después en la regulación de los derechos laborales.
Esta ley estableció de manera oficial tres obligaciones fundamentales:
A. Límite de jornada laboral a 40 horas semanales: Se fijó la duración máxima de la semana laboral, protegiendo a los trabajadores de jornadas excesivas y promoviendo un mejor equilibrio entre vida laboral y personal.
B. Pago de horas extras (overtime): Se obligó a las empresas a pagar una tarifa adicional (al menos del 50% más) por las horas trabajadas que excedieran las 40 semanales, reconociendo el esfuerzo extra de los empleados.
C. Prohibición del trabajo infantil: Se prohibió el empleo de menores en condiciones que afectaran su educación, salud o bienestar, estableciendo edades mínimas para trabajar y regulando las condiciones en las que podían hacerlo.
La Ley de Normas Laborales Justas de 1938 fue un pilar fundamental en la construcción de un mercado laboral más justo y humano, y sigue siendo la base de muchas de las regulaciones laborales vigentes en Estados Unidos hasta la actualidad.
Impactos positivos comprobados en la vida laboral
La divulgación e impulso de la jornada laboral de 40 horas semanales responde a factores históricos, sociales y de salud, y representa el siguiente paso natural tras la conquista de la jornada de 8 horas diarias.
La evolución de la filosofía humanista en la gestión de personas y la creciente convicción de que el trabajador es el activo más valioso de la organización han elevado los desafíos en el ámbito laboral, priorizando no solo la productividad, sino también la calidad de vida.
Los principales impactos positivos comprobados de la jornada de 40 horas en la vida laboral son:
1. Preservación de la salud física y mental de los trabajadores
Estudios de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) demuestran que trabajar más de 40 horas semanales incrementa significativamente el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, diabetes y otros problemas físicos asociados al estrés laboral crónico.
Además, el exceso de trabajo impacta negativamente en la salud mental, favoreciendo la aparición de ansiedad, depresión y otras afecciones psicosociales. Estas consecuencias no solo afectan a los individuos, sino que también generan ausentismo, rotación y una marcada disminución en el rendimiento laboral.
2. Avanzar hacia un modelo de trabajo más digno y equilibrado
La reducción de la jornada busca garantizar un mayor equilibrio entre la vida laboral y personal, permitiendo a los trabajadores disponer de tiempo para su bienestar, desarrollo personal y vida familiar, lo cual repercute positivamente en su motivación y compromiso.
3. Alineación con estándares internacionales
La OIT ha recomendado desde hace casi 90 años la adopción de la jornada de 40 horas semanales como estándar global. Alinear las prácticas laborales a estos principios internacionales refuerza la competitividad y la responsabilidad social de las organizaciones.
4. Incremento de la productividad empresarial
Contrario al mito de que trabajar más horas produce mejores resultados, múltiples investigaciones demuestran que jornadas más razonables favorecen la concentración, la creatividad y el desempeño efectivo. Un trabajador descansado y motivado produce más y mejor, en menos tiemp
Países que han adoptado la jornada de 40 horas semanales
Algunos países del mundo ya han implementado la jornada laboral de 40 horas semanales como estándar, reconociendo sus beneficios para la productividad, la salud y la calidad de vida de los trabajadores, como son: Alemania, Francia, España, Italia, Suecia, Estados Unidos, Corea de Sur y Japón. En América Latina: Chile, Colombia, Venezuela, Ecuador, Costa Rica también la han implementado.
México en la implementación de la jornada de 40 horas
La implementación de la jornada laboral de 40 horas semanales en México ha sido confirmada por el gobierno federal y se llevará a cabo de manera progresiva hasta enero de 2030.
Este cambio responde a una demanda histórica de la clase trabajadora, orientada a mejorar las condiciones laborales y promover un mayor bienestar físico, mental y social para los empleados.
La reducción de la jornada busca elevar la calidad de vida de los trabajadores sin comprometer la productividad de las empresas, alineándose con las mejores prácticas internacionales y con la tendencia global hacia modelos de trabajo más humanistas y sostenibles.
¿Qué implica la reforma laboral de 40 horas en México?
La reforma para reducir la jornada laboral en México contempla varios ejes clave para garantizar su implementación gradual y equitativa:
1. Reducción gradual de la jornada
La jornada laboral se reducirá progresivamente de 48 a 40 horas semanales. Este proceso será escalonado, con metas anuales de reducción. Por ejemplo, en 2025 se prevé disminuir la jornada a 44 horas semanales, avanzando de manera progresiva hasta alcanzar las 40 horas en 2030.
2. Dos días de descanso obligatorios
Se establecerán dos días de descanso obligatorio por cada cinco días laborados, buscando un mayor equilibrio entre la vida laboral y personal.
3. Sin reducción salarial
La disminución de la jornada no implicará una reducción en el salario de los trabajadores. Se garantizará que mantengan su percepción económica actual, respetando el principio de trabajo digno y remuneración justa.
4. Adaptación según el tamaño de la empresa
El periodo de adaptación será diferenciado según el tamaño de la empresa:
- Microempresas: 3 años y medio.
- Grandes empresas: 6 meses de plazo para ajustarse.
- Medianas empresas: 1 año y medio.
- Pequeñas empresas: 2 años.
Además, se contempla la creación de un sistema de subsidios para apoyar a las micro, pequeñas y medianas empresas que enfrenten dificultades financieras derivadas de la reducción de la jornada.
¿Qué sigue en la implementación de la reforma laboral?
A partir del 2 de junio y hasta el 7 de julio de 2025, se llevarán a cabo una serie de foros organizados por la Secretaría del Trabajo en diversas ciudades del país. Estos espacios de diálogo convocarán a trabajadores, empleadores, empresarios y académicos con el objetivo de alcanzar acuerdos sobre la aplicación gradual de la reforma.
La presidenta Claudia Sheinbaum ha subrayado que esta reforma se construirá a través del consenso y el diálogo con todos los sectores involucrados, siguiendo el modelo de reformas exitosas previas, como el aumento al salario mínimo y la eliminación del outsourcing.
Si bien algunos sectores empresariales han manifestado preocupaciones sobre el impacto económico de la reducción de la jornada laboral, el gobierno mantiene su postura de que esta medida es necesaria y justa, destacando que las condiciones laborales no se han revisado a fondo desde 1917.
En resumen
México avanza hacia la adopción de una jornada laboral más justa y equilibrada, buscando mejorar la calidad de vida de los trabajadores, impulsar la productividad sostenible y alinearse con los estándares internacionales de trabajo digno.
Referencias:
- El ECONOMISTA: “JORNADA LABORAL DE 40 HORAS: EL RELOJ CORRE HACIA 2030”
- EL PAÍS: “LA JORNADA LABORAL DE 40 HORAS: EL AMBICIOSO OBJETIVO DE LOS GOBIERNOS PROGRESISTAS LATINOAMERICANOS”
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