Identifica tus sesgos en la toma de decisiones

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Identifica tus sesgos en la toma de decisiones

Suena el despertador a las 6:30 a.m. Nos levantamos y comenzamos el camino hacia la oficina. Decidimos bañarnos, elegimos la ropa que usaremos mientras tomamos una taza de café, y nos sumergimos en el inicio de nuestra jornada. Al llegar al trabajo, nos sentamos frente a la computadora y definimos la lista de prioridades y actividades por realizar. Recibimos una llamada para tomar decisiones sobre el rumbo de un proyecto. En función de las novedades, ejecutamos acciones.

Como podemos ver, estamos en constante toma de decisiones. Esta dinámica es una constante en nuestra vida: desde las más simples hasta las más complejas. Vivimos inmersos en una realidad que nos exige elegir entre diversas alternativas y opciones.

Para facilitar la toma de decisiones, nuestra mente ha desarrollado rutinas inconscientes conocidas como heurísticas. Estos procesos internos nos permiten automatizar elecciones, ayudándonos —a partir de nuestra experiencia— a optar por alternativas de manera más rápida y eficiente. Un ejemplo cotidiano de ello es la elección del medio de transporte para ir a la oficina.

Sin embargo, las mismas heurísticas que alivianan nuestra carga mental pueden convertirse en trampas peligrosas al momento de decidir. A este fenómeno se lo conoce como el “síndrome del caballo lechero”. El término proviene del comportamiento de los caballos que, al transitar por un camino, llevan puestas orejeras para no distraerse con lo que ocurre a los lados, enfocándose únicamente en el camino trazado por su amo.

Algo similar nos sucede a los seres humanos: al tomar decisiones, muchas veces sin darnos cuenta, nuestra mente también se coloca “orejeras” que nos impiden ver más allá de una visión parcial de la realidad.

Estas “orejeras” a las que hacemos referencias son las mismas “heurísticas” que, en su afán de simplificar nuestro pensamiento, nos llevan a tomar decisiones con información sesgada. En este artículo vamos a analizar cinco de estas trampas mentales que nos impone nuestra mente y distintas formas de mitigar su efecto. Las heurísticas son atajos mentales que las personas utilizamos para tomar decisiones y resolver problemas rápidamente con un mínimo esfuerzo cognitivo. Si bien las heurísticas pueden ser útiles en muchas situaciones, a menudo conducen a sesgos cognitivos y errores de juicio. Algunos de los tipos más comunes de heurísticas son:

1. Heurística de disponibilidad
Tendemos a estimar la probabilidad de que ocurra un evento basándonos en la facilidad con la que recordamos ejemplos relacionados. Por ejemplo, si recientemente hemos visto noticias sobre accidentes aéreos, es probable que sobreestimemos su frecuencia, aun cuando estadísticamente sean poco comunes.

2. Heurística de representatividad
Emitimos juicios evaluando la similitud entre un caso específico y un estereotipo o prototipo mental, sin considerar la probabilidad real. Esta heurística puede llevar a juicios erróneos y fomentar estereotipos, como asumir características de una persona basándonos únicamente en su apariencia o pertenencia a cierto grupo.

3. Heurística de anclaje y ajuste
Consiste en apoyarse excesivamente en una primera información recibida (el “ancla”) al tomar decisiones posteriores. Por ejemplo, si en una negociación nos ofrecen un precio inicial elevado, es probable que ese valor influya en nuestra percepción del precio justo, incluso si no refleja el valor real del producto o servicio.

4. Heurística de afecto
Tomamos decisiones influenciados por emociones inmediatas en lugar de realizar un análisis racional y objetivo. Una emoción negativa momentánea, por ejemplo, puede llevarnos a rechazar una oportunidad valiosa simplemente porque “no nos da buena espina”.

Estas son estrategias que facilitan la toma de decisiones objetiva y por tanto el aumento de probabilidad de lograr los resultados deseados.

1. Conciencia y autoevaluación
El primer paso es reconocer que nuestras decisiones están influenciadas por heurísticas. Reflexionar sobre nuestros propios sesgos nos permite tomar decisiones más conscientes y objetivas.

2. Recopilación de datos y análisis objetivo
En lugar de confiar únicamente en la intuición, es clave buscar datos, estadísticas y evidencia concreta. Contrastar nuestras percepciones con información real puede ayudarnos a corregir errores de juicio.

3. Considerar alternativas
Explorar diferentes escenarios y puntos de vista reduce el riesgo de sesgos. Esta estrategia es especialmente útil para contrarrestar las heurísticas de disponibilidad y representatividad.

4. Uso de técnicas de pensamiento crítico
Hacerse preguntas como: “¿Qué evidencia tengo?”, “¿Qué otras interpretaciones existen?”, “¿Qué estoy dejando de lado?” permite desafiar nuestras suposiciones automáticas.

5. Decisiones en equipo
Consultar con otras personas antes de tomar decisiones importantes aporta nuevas perspectivas y ayuda a identificar posibles sesgos personales.

6. Revisar y ajustar los anclajes
Identificar la primera información que influye en una decisión (el ancla) y analizarla críticamente permite reducir su impacto indebido.

Ahora vamos a identificar otro sesgo que tiene un impacto significativo en nuestra vida cotidiana. ¿Cuántas veces has buscado o solicitado información para tomar una decisión importante? Seguramente, en la mayoría de los casos, recurres a fuentes que confirmen tu intuición o percepción inicial.

Pero de todas esas veces, ¿Cuántas veces has buscado información con la intención de refutar tu idea? ¿Cuántas veces has abordado la búsqueda desde una perspectiva crítica o negativa? ¿Cuántos de nosotros buscamos un “no” antes que un “sí”? El sesgo que estamos abordando se conoce como sesgo de confirmación. Este sesgo aparece cuando, al tomar decisiones, solo buscamos información que valide nuestras creencias previas, en lugar de abrirnos a nuevas perspectivas o datos que podrían contradecirlas. De esta manera, corremos el riesgo de autoengañarnos y tomar decisiones basadas en una visión parcial o incompleta de la realidad, lo cual puede llevarnos por caminos equivocados.

    REFERENCIAS:






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